
Y allí donde se escribe el abismo y la luz es tenue. No sé si he estado en ese lugar, no lo recuerdo bien, pero la sensación de vacío me sumerge en lo oscuro, en lo profundo.
No le recomiendo a nadie bajar ahí, o subir, depende de quién lo transite. Pero quisiera advertir, sin ser yo nadie, que donde se escribe el abismo se borra, desde luego, el recuerdo de un dolor ya extinguido.
Sin embargo, allá por donde deambula el olvido está siempre presente la nostalgia de lo no cumplido, de lo no vivido.
Al final, da igual si el abismo se escribe o si realmente existe: solo el recuerdo habita en la piel del que lo siente.
Texto y fotografía por Hada Torrijos
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